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Profesor residente de Filosofía Social, Universidad Francisco Marroquín. Guatemala, Centro América.

martes, 3 de noviembre de 2009

La juventud y el proyecto de ProReforma


En un artículo titulado La juventud y ProReforma. El temor a que los jóvenes no estén de acuerdo, publicado en elPeriódico (20/10/09), Miguel Ángel Albizures vierte una serie de opiniones carentes de fundamento.
Por tratarse de expresiones emotivas y falaces no vale la pena ocuparse de analizar las ideas allí vertidas. Pero el asunto medular sí debe aclararse: Albizures afirma que el proyecto de ProReforma no tiene en cuenta a la juventud y como base alude a la edad de 50 años que deben tener los miembros del Senado quienes, una vez electos, elegirán anualmente a tres nuevos integrantes de la misma edad.
El interés del articulista es hacer surgir una actitud de rechazo hacia ProReforma. No le interesa demostrar con argumentos sólidos lo que sostiene. Esto se pone de manifiesto en las expresiones absolutas y radicales que utiliza basándose únicamente en la edad de los miembros del Senado. Por ejemplo, afirma que Proreforma no confía “en la capacidad de la juventud y le vuelan de un plumazo su derecho a elegir y ser electos”.
Hasta en la cuestión nuclear del artículo el autor comete la falacia del “no sequitur”. Este tipo de razonamiento falaz consiste en que la conclusión no se deriva de las premisas. Traducido formalmente el argumento de Albizures es: “Si los miembros del Senado deberán tener 50 años de edad entonces ProReforma desconfía de la juventud y le niega el derecho a elegir”. Esta argumentación inválida se conoce más concretamente como la falacia de la afirmación del consecuente: Si P entonces Q; Q, por lo tanto P, argumento que en cualquier curso fundamental de lógica se demuestra que es inválido.
Si se lee el proyecto de ProReforma se verá fácilmente que hay un amplio campo de oportunidades para la práctica democrática de elegir y ser electos, para los jóvenes y para cualquier ciudadano. Por otro lado no es nada democrático, ni en la teoría ni en la práctica, el que todo tenga que decidirse o solucionarse recurriendo al elegir y ser electos. Esa tendencia a “ampliar” la democracia no puede tolerarse acríticamente, de modo que siempre ha habido límites y, de seguro, siempre los habrá.
Finalmente si se critica a ProReforma por la edad de los senadores como ideas de “viejos oligarcas” o “lo más rancio de la oligarquía”, ¿qué sentido tiene que el articulista aconseje a los jóvenes ir a conversar con Alfonso Bauer, de 91 años edad? ¿No habría que mandar este consejo también “al carajo”?
Aconsejo leer directamente el proyecto de ProReforma en vez de quedarnos con las opiniones a contrario que se vierten en los medios y que sólo son propaganda en contra y no análisis de las ideas de fondo.

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